galiciaunica Un recorrido semanal por Galicia, España.

¡QUÉ BUENA LA SANIDAD PÚBLICA!

Mi cafetería de anciano es toda blanca y está llena de ancianos como yo. Cada uno cuenta la misa según le va, pero yo solo escucho, al fondo, el lloro de un niño y…, en la sala donde espero, murmullos de enfermos contándole sus penas al vecino. Tenías que oír que historias se cuentan unos a otros.

Me extraña, pero aquí nadie critica el servicio como hace la oposición en el Parlamento; todos mis congéneres aceptan su suerte y a los que nos ha tocado la doctora de los ojos azules hasta empatizamos con ella. Realmente, se ha convertido en la mujer de nuestras vidas y dónde hay dolor ponemos sonrisas, que se las ha ganado.

Los ancianos, ahora que lo somos, vamos más a menudo al centro de salud. No te dan café como en el New York, pero tampoco te lo cobran. Te regalan medicinas que cauterizan tus enfermedades, esas que vienen y se van con la edad, las que no te matan, vamos. Porque las que se quedan en nuestros cuerpos son las imposibles y siempre hay una que es peor que la otra. A veces vas tirando con lo que tienes y las dolencias te parecen menos graves gracias a la veintena de pastillas que tomas al día…

Todos están de acuerdo en la sala…

—- ¡Benditas pastillas!

Tienen más tópicos:

—- Pois eu estouche contenta coa sanidade pública.

—- Podería mellorar.

—- Podería.

Solo se quejan de la espera, que cuando uno anda mal se desespera con más facilidad. Y eso que aún no les ha tocado la cola del especialista…

—- Bueno, levo oito meses esperando polo neurólogo.

—- Eso non é nada. A mín díronme cita para o neumólogo para o ano que ven.

—- ¡Está o caer!

—- Non vos queixedes que en outros países xa estaríades mortos.

La verdad es que cuando nos quejamos lo hacemos de vicio. Tendrías que verte postrado en un hospital del rural italiano, como le pasó a mi amigo el ilustre escritor Alfredo Conde:

—- Lévame pra Santiago, Xerardiño, que non me fío nada distes…

Y al Clínico le llevamos, ligeritos, para que le quitaran la vesícula.

Pero peor fue lo de mi mujer en Cuba, que se tuvo que acostar en una camilla vieja cubierta por una sábana que ya era de color caqui. O lo de mi amigo Mariano Caneda en París, que se hizo un corte en un dedo y en el dispensario casi terminan cortándoselo. O lo que contaba Chicho de Munich…

—- O médico da empresa sempre che daba Aspirina. Esa pastilla curaba todo e se non era así e ibas a unha clínica privada deixabas nela o soldo dun mes pola consulta, remedio farmacéutico aparte.

Lo que decía mi madre…

—- Alguna gente se queja hoy de la sanidad pública y hoy todos tenemos un médico de cabecera…

…Y yo os recuerdo que disponemos en Galicia de centros de salud en todos los ayuntamientos, con mas de mil médicos atendiendo a los pacientes, alrededor de 500 enfermeros y unos 400 auxiliares, cada día que amanece en el país.

Yo soy de los contentos con el personal y los servicios del SERGAS. Quería decírtelo y aquí queda escrito.

Xerardo Rodríguez